LA CULTURA
APROXIMACIÓN A UNA ESTRATEGIA CONCEPTUAL DE LA CULTURA

La historia de la antropología deja claro un evidente conflicto en el momento de buscar una definición de cultura. Generalmente no se supera los límites de las adjetivaciones accidentalistas o de los sustantivismos descriptivos que priorizan los aspectos externos, manifiestos de una cultura que se han quedado al nivel de los rasgos culturales, o han leído la cultura siempre al margen de la sociedad y los sujetos sociales que la construyen. Pero no se trata solo de posturas conceptuales en disputa, sino que allí se expresa un conflicto entre formas diversas de ver el mundo, la realidad y la cultura, que representan posturas sociales, ideológicas y políticas distintas, puesto que toda lucha conceptual, no es sino otro reflejo más de las luchas por el control de los significados que se libran en la sociedad.1
Se plantea como requerimiento para una disciplina como la antropología, que hace de la cultura su "objeto" central de estudio, el intentar construir no una conceptualización terminada y unívoca de aquella, ya que dado su evidente carácter polisémico esto seria un equívoco. De lo que se trata es, lo planteamos en este trabajo, de trazar una estrategia conceptual que nos permita ofrecer una perspectiva diferente, con mayor poder explicativo de las actualmente existentes, que implique la necesidad de repensar la cultura desde dimensiones que superen el enfoque tradicional sobre la misma. Una aproximación a una estrategia conceptual, debe evitar caer en reduccionismos, biologistas, sociologistas, culturalistas o limitarse a señalar solo sus rasgos externos, o reducirla a "bienes culturales". Pero sobre todo debe dar cuenta de la praxis humana integrada a los cambios que impone la dialéctica sociohistórica.
La cultura hace referencia a la totalidad de prácticas, a toda la producción simbólica o material, resultante de la praxis que el ser humano realiza en sociedad, dentro de un proceso histórico concreto. Hay que ver entonces, si la cultura es una construcción social presente en toda la sociedad humana, esta no pude entenderse al margen de la misma sociedad, de los sujetos sociales que la construyen, ni de los proyectos históricos que llevan adelante en sus luchas de sentido. La cultura es posible porque existen seres concretos que la producen desde su propia cotidianidad, en respuesta a una realidad en continua transformación. Esto implica la necesidad de analizar la cultura desde la perspectiva de su historicidad, como construcción dialéctica, sin descuidar su dimensión política. Aspectos que no han sido abordados, y frente a los cuales proponemos algunas reflexiones.
Si consideramos a la antropología ya no como la ciencia de lo exótico, sino como la ciencia de la alteridad, la diversidad, la pluralidad y la diferencia, se hace necesario la construcción de una estrategia conceptual de la cultura, que nos ayude a pensar la unidad de la humanidad en la diversidad y a comprender la diferencia en la rica pluralidad. Una estrategia conceptual que de cuenta de la existencia y riqueza de esa diversidad, pluralidad y diferencia evidenciada en el carácter pluricultural, multiétnico, plurilinguistico y plurinacional que caracteriza a nuestras realidades, y sobre todo que exprese una comprensión de la cultura en perspectiva del proyecto histórico que están llevando adelante las diversidades sociales como proyecto histórico de nuestros pueblos 2 Cada vez está claro que si la cultura fue una fuerza vital presente a lo largo de la historia de la humanidad, sigue siendo la fuerza imprescindible para transformar la propia historia.
Aproximarnos a una estrategia conceptual de la cultura, exige la necesidad de hacer, inicialmente, una breve aproximación diacrónica a la misma, para situarla históricamente dentro de las diversas formaciones sociales, ya que las palabras, los conceptos y los seres humanos tienen su historia y más que eso, hacen la historia.3 Puesto que la cultura ha dejado profundas huellas en el caminar humano, es imprescindible hacer una reconstrucción de su génesis social, su genealogía, que nos permita comprender y seguir esas huellas, conocerlas para mirar luego cómo la cultura aporta a la construcción del nuevo camino o proyecto histórico que están planteándose las diversidades sociales. Conocer sus huellas implica hacer una breve aproximación diacrónica de su proceso, revisar las diversas consideraciones que en los distintos procesos históricos se han hecho con relación a uno de los conceptos más complejos de las ciencias sociales: la cultura.

Breve aproximación diacrónica.
La cultura en el mundo Greco-romano
Si partimos de su consideración etimológica, cultura viene del latín colere que significa cultivar, en referencia a una de las actividades productivas, la agricultura. Inicialmente el verbo latino tuvo el sentido de habitar y cultivar, referido a la población rural, que mediante la agricultura deja de ser nómada para transformarse en sedentaria, la agricultura les obligaba a esta- blecer un lugar fijo de habitación. El verbo se refiere así a la población rural, en contraposición al de civilización que en cambio hace referencia a la población urbana. Al principio aludía a un habitar con los dioses, de ahí se derivará posteriormente la idea de rendir "culto" a los dioses.4
Se considera que fue Cicerón quien emplea el vocablo cultura por primera vez como concepto, pues en su Disputas Tusculanas habla por primera vez de cultura animi, cultura del espíritu, partiendo de la analogía que se encuentra con el cultivo de la tierra, pero relacionándola específicamente con toda la práctica humana que transforma las cosas que no se encuentran originariamente en la naturaleza.5
La noción de cultura que está detrás del término, fue empleada antes que la propia palabra cultura como tal. Ya se encuentra entre los griegos, Herodoto, Homero, Hipócrates, la noción de cultura animi, que la entendían dentro de la paidea, o sea los valores que el hombre "sabio" o "culto" transmitía como voz de la divinidad. Frente a la cultura como paidea surge la polis desde el pensamiento sofista con relación a un conjunto de leyes e instituciones reales-objetivas que han sido instauradas por los hombres para ordenar la vida de la sociedad. La cultura solo es posible dentro de la polis y como expresión del logos (razón) como atributo distintivo de lo humano.
Posteriormente estas reflexiones son profundizadas y sistematizadas por Aristóteles, quien concibe una primera noción antropológica de cultura al ponerla cercana al mundo humano, al mundo social, la polis, por tanto al mundo de la razón filosófica, por eso dirá que "la filosofía es la cultura de la razón". La cultura desde la perspectiva aristotélica es vista como "ese saber que permite al hombre discernir acertadamente acerca de todo". En consecuencia es la reflexión filosófica antropológica el antecedente histórico más remoto que permite informar sobre los primeros intentos de comprender los hechos culturales como parte de las problemáticas del ser humano y la sociedad.6
Entre los romanos se acentúa la dicotomía
entre una noción subjetiva individual, "cultura animi", y una noción social "civitas",
que significa ciudadano libre. De ahí surgirá el término "civilización" con el que
se hace referencia también a la cultura, que solo logra realidad propia dentro del hombre. Civilización tiene un
sentido político y urbano que implica un sentido de cultivo social y
perfeccionamiento, sentido que se mantendrá en lo posterior.
La cultura en la Edad Media y el Renacimiento.
En la época medieval la cultura se muestra subordinada a la teología y es definida con relación al culto de la religión hasta la llegada del Renacimiento, que abre nuevos horizontes culturales. En el Renacimiento prevalece el concepto de "humanitas" que recoge la confluencia de cultura subjetiva y objetiva, el hombre traduce los sentimientos y experiencias de la época. Dante y Bocaccio, aunque no usan la palabra cultura como tal le dan ese sentido. Mirándola, Pascal y Bacon, en cambio, comienzan a usar lingüísticamente el término que empieza a desarrollarse después del post-Renacimiento.
En el siglo XVI, en Francia, Alemania e Inglaterra, comienza a usarse la noción de cultura con el término de civilización, dándole las mismas connotaciones que traían del pasado.
El concepto de cultura que venia adscrito a la reflexión filosófica va adquiriendo autonomía gracias a los aportes que hacían posible el nuevo desarrollo de las ciencias. Lo gnoseológico en filosofía, el desarrollo de las ciencias naturales que impulsaron el método inductivo experimental y la reflexión racionalista, determinaban nuevas formas de ver los diversos campos del saber y de acercarse a la realidad y a las construcciones humanas.
La cultura según la Ilustración.
En el siglo XVIII los iluministas, los románticos y la Ilustración, superan la visión racionalista y ven a la cultura como una "configuración del espíritu humano", como producto de la razón humana que forma "todo el modo de vida de un pueblo". Es aquí cuando nuevamente se vuelve a hablar del sentido de cultura como cultivo del espíritu, que se va formando alrededor de la sociedad burguesa, que termina su estructuración a finales del siglo XVIII con la revolución francesa. Pero es en este momento histórico cuando se incorpora la visión de cultura como totalidad.
Estas concepciones van unidas a los nuevos modelos políticos que montaron un sistema teórico de justificación de la expansión y colonización, la Ilustración, el Romanticismo, el Positivismo. Nociones como cultivo del espíritu, naturaleza humana, individualidad, etc, se constituyen en pilares ideológicos a partir de los cuales la nueva sociedad estructura una nueva forma de producción social, política, como también una nueva concepción antropológica del ser humano.7
La concepción de cultura estará marcada por un claro contenido etnocentrista, propio de las sociedades dominantes europeas. Una muestra evidente de esta postura etnocéntrica la encontramos en Hegel, representante del pensamiento ilustrado, para quien la verdadera cultura se sustenta en la noción de geist (espíritu). La cultura comienza a ser vista con relación a diversos aspectos, como las costumbres, el lenguaje, el pensamiento, el genio el carácter, la familia y la sociedad civil. En consecuencia la cultura no es sino una producción del espíritu propio de las sociedades civilizadas. Para este filósofo, tanto África, América como Asia, aún no habían madurado como para entrar a formar parte de la historia de la humanidad, pues consideraba que aún vivían en una "cultura natural", como niños que se limitan a existir lejos del espíritu de lo que significa pensamientos y fines elevados (civilización); son culturas naturales que deberán desaparecer cuando la civilización se acerque a ellas. El triunfo de la razón marcaba, según Hegel, el triunfo de la civilización de Occidente, de ahí que este filósofo decrete que "la historia ha terminado,9 adelantándose en siglos al reciente anuncio de Fukuyama, sobre el fin de la historia.
En el siglo XVIII se formula una definición de cultura entendida con relación a "costumbres", "tradición", "herencia social", pero por razones ideológicas se man tiene la concepción de cultura que reproduce la metáfora de cultura como el cultivo de la tierra, con relación al cultivo del espíritu. La cultura empieza a ser entendida como la posesión de bienes culturales (espirituales) que determinan el buen gusto, los modales y valores que corresponden a la burguesía dominante y se comienza a hablar de la "cultura de las artes", la "cultura de las letras", la "cultura de las ciencias". Se concibe también la "cultura como acción", la acción de instruir, y a la noción de "cultura como estado", estado de la mente cultivada por la instrucción, que le conduce al individuo a la cultura.10
Esta visión sobre la cultura construyó una dicotomía que ha estado siempre presente cuando se habla de cultura: la separación entre cultura y naturaleza. La cultura como expresión distintiva de la especie humana, como el acumulado de saberes aprendidos y trasmitidos por la humanidad, se encuentra en oposición al mundo de la naturaleza, a ese "espíritu natural" que carece de cultura. La cultura se la ve en singular, con características de universalidad y enmarcada en la idea de la "unidad del espíritu humano" y con un sentido estrictamente antropocéntrico. La cultura está ligada a la noción de progreso, evolución, razón, como sinónimo de educación, de instrucción, que es la visión que caracterizó la ideología del iluminismo de la época. Lo interesante es que en este momento histórico la visión antropocéntrica que hace del "hombre" el centro del universo, lo coloca también como el centro de la reflexión científica, lo que abre posibilidades para que, como lo dijera Diderot en 1755 en su Enciclopedia, surja una "ciencia del hombre". Mientras que Alexander Chavannes, en 1787 formula por primera vez el termino "etnología", concibiéndola como la disciplina que estudia la "historia de los progresos de los pueblos hacia la civilización".11
Al tiempo que se afirmaba la separación entre práctica cultural y actividad intelectual, se imponía otro tipo de división con relación al trabajo intelectual frente al manual, que se utilizó como criterio de valoración futura; se valorizó lo intelectual en desmedro del trabajo manual que fue descalificado. El trabajo intelectual constituyó el patrimonio de las elites poseedoras de la cultura, mientras que el manual fue ejecutado por quienes carecían de ella. Dicotomía que alcanzaría su cúspide en la división internacional del trabajo, empleándose hasta el presente.
Esta definición y división claramente etnocentrista respondía a necesidades políticas concretas de ese momento histórico, que demandaba la universalización del modelo económico capitalista, que veía en las colonias dependientes de Europa, no solo las fuentes de provisión de materia prima y fuerza de trabajo, sino, además, como los nuevos mercados para vender sus productos, modernizar las formas deexplotación, expandir sus valores y erigirse como la cúspide del desarrollo de la civilización humana.
La incorporación definitiva del termino cultura, kultur, se da en Alemania a partir de 1850, con una doble acepción: cultura subjetiva y cultura objetiva o histórica (civilización). En adelante el término cultura será usado en el sentido de totalidad, como algo que pertenece a un colectivo social, un pueblo o toda la humanidad. Esta nueva percepción de la cultura implica la caída de la visión hegeliana del espíritu, para abrirla a una percepción más materialista, que irá definiendo la dicotomía entre Geist y Natur (espíritu y naturaleza), entre la idea y la materia, que marcará la discusión futura. Una muestra de ello es que W. von Humboldt definió la cultura como el control que podemos hacer de la naturaleza gracias a la ciencia.12
Los enciclopedistas que hacen posible una profunda transformación social, eco- nómica y humana plantean una visión democrática de la producción y distribución culturales. Se reconoce a Voltaire como el iniciador de la preocupación científica en torno a la cultura, quien rescatará el concepto para la ciencia y la historia y mostrará la interrelación de las dos. Ahí se comienza hablar de historia cultural.
Turgot, otro representante de la ilustración francesa, aporta el concepto de "progreso" para entender la dinámica de los cambios históricos, siendo estos el reflejo de los progresos sucesivos de la humanidad hacia su plena perfección, en contraposición a la noción de providencia heredada de la escolástica. Turgot dice que el hombre posee un infinito tesoro de signos que le permiten conservar las ideas adquiridas, comunicarlas a otros hombres y transmitirlas a sus sucesores como una herencia continuamente creciente.13 Este concepto podría considerarse como una moderna definición de cultura; se adelanta al formulado por los evolucionistas que veían a la cultura como herencia social y como conducta aprendida y transmitida. Pero también con su visión de los signos, Turgot se adelanta a la propuesta semiótica contemporánea.

Herder: pluralidad y culturas
Como respuesta a la visión naturalista de la cultura, resultante de la visión evolutiva unilineal de la historia, a la noción de humanidad universal y de razas superiores, dominante en ese momento, el filosofo alemán G. Herder, representante de la ilustración, opone una nueva visión considerada en ese entonces como retardataria, pero que para ahora tendría plena validez.
Herder introduce la visión de historia no como proceso continuo, ni como resultado del progreso de la razón. Sostiene que cada pueblo desarrolla de manera autónoma e independiente su propia cultura y que ninguna es históricamente la continuidad de la anterior. Cada cultura tiene su propia especificidad y no puede ser juzgada ni comparada en referencia a otras, puesto que cada una se modifica según el lugar geográfico, la época y su dinámica interna; Herder aporta una nueva visión que considera la cultura en plural, habla por primera vez de la existencia de la diversidad de culturas. A Herder se lo considera con justicia el precursor de lo que hoy conoceríamos como una visión relativista de la cultura, y el primero en haber tomado en consideración la diversidad cultural.14
Herder se opone radicalmente al determinismo y la tiranía de la "diosa razón"imperante en su época. Sostenía que no era solo la razón la única fuente para llegar al conocimiento, sino que, además, debía considerarse la fuerza del instinto, la energía de la vida y el valor de las costumbres como fuentes generadoras de nuevos conocimientos. Solo en esa interrelaciones posible que las culturas creen sus más altas producciones, solo así se conforma lo que él llamó el "espíritu de un pueblo" que se manifiesta en todas las instituciones de una nación.
Herder es el primero que hace la distinción entre cultura y civilización. Señala que "cultura" se refiere a todo progreso intelectual y científico y es aplicable a todo el género humano. Mientras que "civilización" solo se refiere al aspecto material de la vida humana. Herder es el primero en utilizar el termino en plural, "culturas",como forma de contraposición al sentido singular y unilineal de civilización, en ese entonces dominante. Aporte que abrirá nuevas perspectivas para el análisis de las diferencias culturales.15

La cultura como voluntad creadora en Nietzsche
Será F. Nietzsche quien aporte nuevas rupturas frente a la concepción racionalista dominante. Para Nietzsche no es solo la razón el único instrumento posible para hacer cognoscible el mundo, tampoco son los principios de evolución, continuidad, totalidad, causalidad, universalidad, los que permiten medir el desarrollo histórico. Para este filósofo la forma de llegar al conocimiento se sustenta en otros principios, discontinuidad, particularidad, no causalidad, azar y señala que estos procesos son multilineales y multívocos.16
El concepto de cultura Nietzschiano, cuestiona el concepto de cultivo del espíritu. Cultura, dice, no es sinónimo de "saber muchas cosas, o de "haber aprendido muchas cosas", sino que la cultura es el resultado de un acto de voluntad creadora de un pueblo. Para Nietzsche prima la noción de unidad, la cultura hace posible que un pueblo se vuelva vitalmente uno, evita su disociación. La cultura por tanto es todo acto creador y transformador del ser humano y del mundo que el mismo ha creado.
La cultura es un centro en el pensamiento de Nietzsche, considera que gracias a ella se han producido procesos de creación y transformación de todos los saberes, sean estos arte, ciencia, filosofía, tecnología, política, que se han construido con la cultura. Concepción que resulta en mucho coincidente con la actual antropología interpretativa de Gertz y con los actuales enfoques que ven a la cultura como construcción social.
Otro aporte importante de Nietzsche para el análisis de la cultura es la noción de "genealogía", mediante la cual se opone al concepto de origen, presente en la explicación de determinados saberes dominantes. El origen significa que antes de este no hay nada y surge de la nada, por lo que se le atribuye un criterio absoluto de verdad. A esto Nietzsche opone la noción de "invención", que hace referencia a un acto de voluntad creadora del ser humano. Por tanto no existe origen de los saberes, sino invención de saberes, para tener conocimiento de ellos es necesario establecer su genealogía, es decir el conocimiento de las condiciones y circunstancias históricas a partir de las cuales fueron inventados, la forma cómo se desarrollaron y se transformaron, o cómo fueron reinventados o reinterpretados gracias a la voluntad creadora del ser humano en un proceso de lucha continua de saberes y poderes en el que interactúan.17
Un aspecto vital de esa voluntad creadora del hombre, que es razón de la cultura, la encuentra Nietzsche en el lenguaje, adelantándose así a los actuales enfoques semióticos de la cultura como comunicación. La urgencia de resolver múltiples necesidades obligó al hombre a buscar la comunicación con los "otros" y a desarrollar el lenguaje, que es lo que le permitió el surgimiento de la conciencia, que no es otra cosa que una red de comunicaciones entre los hombres.18
Esta perspectiva planteada por Nietzsche hace que los conceptos pierdan su carácter de verdades puras y absolutas y se vuelvan instrumentos para el análisis, pe o no de un análisis unidireccional basado en viejas patrañas conceptuales que han creado "sujetos puros de conocimiento" como "razón pura", "espiritualidad absoluta", "conocimiento en sí", que son categorías frías alejadas de la vida, del dolor, la voluntad, el tiempo. Por ello plantea la necesidad de abrirse a la perspectiva de la diversidad, al análisis de múltiples miradas que permitan dar un conocimiento un poco más "objetivo" de la realidad.
Nietzsche rompe radicalmente con la vieja tradición occidental racionalista dominante que viene arrastrándose desde Aristóteles hasta Kant y Hegel, sustentada en la absolutez de la razón y en los principios de evolución, continuidad, totalidad, causalidad, universalidad, que fueron la base del surgimiento de la "modernidad". Frente a estos principios, Nietzsche opondrá los de discontinuidad, particularidad, no causalidad, azar,19 que ha abierto paso a lo que hoy se ha denominado como "postmodernidad", aportando así otra perspectiva al pensamiento contemporáneo.
Por todo esto tiene importancia conocer el concepto nietzschano de cultura, generalmente descuidado y desconocido, que no puede dejar de estar presente en una estrategia conceptual de la cultura.

La visión evolucionista de la cultura
A mediados del siglo XIX se establecerá un nuevo sentido del término cultura, que responde al surgimiento de las naciones-Estado que se consolidan en Europa Occidental y que construyen una nueva filosofía de la historia, que tenía como eje una teoría de la evolución, sustentada en las nociones de universalidad, totalidad, orden sucesivo y acumulativo, continuidad, necesidad, causalidad y progreso. Según esta visión, tres fueron los estadios de desarrollo de la evolución humana: el salvajismo, la barbarie y la civilización. En dicho proceso evolutivo se da un progreso permanente de la razón y es la civilización europea la que encarna la más alta expresión de ella, por lo tanto se erige a sí misma como la más alta forma de humanidad. Esta tipología permite elaborar y justificar un orden jerarquizado entre los seres humanos y las sociedades,20 e inicia una dicotomía entre unos pueblos "salvajes y primitivos" que son vistos como en estado natural y por tanto carentes de cultura, y otros pueblos "civilizados", los únicos portadores de razón y cultura. Dicotomía que con otros nombres, pero con iguales connotaciones, se mantendrá históricamente hasta nuestros días.
El interés del estudio de la evolución humana busca coincidir con las descripciones taxonómicas de las ciencias naturales, que influyen notablemente en las ciencias sociales: se buscará alcanzar iguales niveles de rigor, comprobación, experimentación y objetividad empírica. Surge así una nueva conciencia de la realidad social a la que Comte llamará positivismo.
Desde el punto de vista político, el siglo XIX coincide con el proceso de expansión imperialista de las potencias maríti mas, especialmente Gran Bretaña, Holanda y Francia. Se abrían posibilidades de conocimiento de otras realidades culturales diferentes frente a las cuales dichas potencias mostraron profunda intolerancia. La dominación de los países coloniales ya no podía realizarse por la fuerza, se plantea la necesidad de definir formas más efectivas de dominación, para ello es necesario comenzar a estudiar sus "usos y costumbres". Esto obligará a los países imperialistas a buscar los fundamentos teóricos y metodológicos que permitan entender esas "otredades" culturales diferentes que según el modelo evolutivo legitimado se encontraban en estadios salvajes y primitivos de desarrollo.
Era necesario contar con una ciencia que les otorgue los fundamentos que justifiquen su acción civilizadora, pues Occidente como se auto consideraba la más alta expresión de la civilización humana se atribuyó a sí mismo la tarea de llevar esas sociedades por los caminos de la razón y el progreso, de la cultura y la civilización. Así, surge la antropología como ciencia hija del colonialismo, que no solo hará de la cultura un concepto clave, sino el fundamento de su propia existencia. La cultura de los "otros" se vuelve el "objeto de estudio" privilegiado de una antropología que nace como ciencia de la otredad, y esta ofrecerá las bases teóricas y metodológicas para la legitimación de la expansión colonial.
Será Edward. B. Tylor quien inicie la antropología como ciencia y quien dé al concepto de cultura una dimensión dife rente a la que se había sostenido hasta entonces. La cultura empieza a ser mirada desde una perspectiva antropológica, pues la antropología ya se ha constituido como la ciencia que se dedica a su estudio específico. Tylor define a la cultura como el objeto central de estudio de la antropología y formula su clásico concepto de cultura, señalando que esta es "ese complejo total, que incluye conocimientos, creencias, artes, leyes, moral, costumbres y cualquier habilidad adquirida por el hombre como miembro de la sociedad". Concepto que se mantendrá hasta nuestros días. Esta noción reproduce la alemana vigente, pero introduce una mayor formalización. Desde 1890 la palabra cultura se ha empleado con diversas acepciones, pero en todos los casos se ajustan al horizonte que fuera planteado por Tylor.